6.4
Un críptico mensaje del pasado envía a James Bond a una misión secreta a México D.F. y luego a Roma, donde conoce a Lucía Sciarra, la hermosa viuda de un infame criminal. Bond se infiltra en una reunión secreta y descubre la existencia de una siniestra organización conocida como SPECTRE. Mientras tanto, en Londres, el nuevo director del Centro para la Seguridad Nacional cuestiona las acciones de Bond y pone en duda la importancia del MI6, encabezado por M. De modo encubierto Bond recluta a Moneypenny y Q para que le ayuden a buscar a Madeleine Swann, la hija de su antiguo archienemigo, el Sr. White, que quizá tenga la clave para desentrañar el misterio de SPECTRE. A medida que Bond avanza en su misión, descubre una estremecedora conexión entre él mismo y el enemigo que busca. 007: SpectreCritica:Tosca espiral de reincidencias. Han pasado ya más de cincuenta años y estamos ante un notorio estancamiento de la franquicia. Incuestionable desequilibrio de contar con un buen director – por ejemplo, el excelente plano-secuencia con el que se abre la cinta – que apenas intenta o consigue salvar un guión lleno de referencias, homenajes, guiños y citas, pero previsible, embotado y sin un ápice de ingenio, ni de chispa, ni de humor. Se comprueba que estamos antes un adocena Spectredo artilugio brillante, vistoso, lleno de localizaciones diversas y dispersas, creado para generar dinero, venderse a todo el mundo, consumirse como espuma de mar y olvidarse nada más concluida su proyección. SpectreRepetición y estancamiento. Reiteración cansina y anquilosamiento tedioso. Estribillo sin brillo y empacho sin gancho. Regurgitación de tópicos y monsergas que hemos visto antes, hemos visto mejor y con más convicción, embeleso y alegría. Es un camino ya transitado que apenas ofrece nada sustancioso, con un mínimo de garra o brío, sin fulgor ni empaque. Hay un evidente cansancio de Daniel Craig que parece no disfrutar de nada de lo que hace, nada de lo que dice, ni nada de lo que acomete, ya sea sólo o acompañado, hasta al traje no le sienta bien, se le arruga y sus muecas son tan tristonas y aburridas que contagian de apatía al espectador. SpectreEsta palpable fatiga contamina al villano de la cinta – que se supone que es un compendio de vileza, infamia y traición – que aparece desganado, desvigorizado, aplanado e impotente y que ni produce sensación de amenaza ni pasará a los anales de la canallesca prefabricada. Produce vergüenza ajena ver a un Christoph Waltz tan romo y achatado, tan canijo y envidioso, tan pusilánime y atormentado que sonroja, imbuido de odio fraternal que más parece necesitado de un tratamiento terapéutico acelerado y no tanto de un arresto inminente o de su cantada aniquilación personal. Nunca un sinvergüenza de opereta deja tan frío, produce tanta mortificante indiferencia y colosal aburrimiento. Spectre