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Thriller psicológico sobre una joven apasionada por la moda que misteriosamente puede entrar en la década de 1960, donde se encuentra con su ídolo, un atractivo aspirante a cantante. Pero el Londres de los sesenta no es lo que parece, y el tiempo comenzará a desmoronarse con sombrías consecuencias. Última Noche en el SohoCritica: "Última noche en el Soho" es una peli, cuanto menos, peculiar. Creo que ir a ver está propuesta de Edgar Wright esperando un "thriller psicológico con tintes de terror" al uso (que es un poco cómo se ha vendido en los medios) es una equivocación. Porque no tiene nada de usual lo que vemos en la cinta.Para empezar, la película apuesta y mucho por todo lo visual. Llegando a poner, incluso, mucho más peso aquí que en el guion. Aviso de esto porque creo que es importante saber que nos podemos encontrar al sentarnos en nuestra butaca y, de esta forma, evitar engaños.La cinta es un ejercicio estilístico prácticamente desde el minuto uno. Jugando con la iluminación (Especialmente con las luces de colores, de neón, y sus diversas tonalidades) y con un juego completamente constante de espejos, reflejos e imágenes encadenadas que tienen más la intención de ser hipnóticas que de contar un hecho tangible y concreto (algo que, evidentemente, también hace). Además, si algo consigue muy bien la cinta es jugar con la perspectiva, exprimiéndola al máximo, para que al espectador le resulte difícil discernir qué es real de lo que estamos viendo y qué no lo es. En este apartado, sinceramente creo que es una peli sublime. Me he pasado toda la cinta apabullado por las imágenes, las canciones y las actuaciones de sus dos protagonistas. Que brillan más que las luces que envuelven todo este castillo construido por Wright. Última Noche en el SohoY es en las actrices dónde me gustaría detenerme un poco más. Sinceramente, ambas están descomunales. Demostrando que la nueva ornada de jóvenes actrices viene cargadísima de saber hacer y de talento. En mi opinión, en esta ocasión Thomasin McKenzie gana la partida por poco a su compañera y, si en Hollywood no están a por uvas, debería caerle una nominación por el trabajazo, en mayúsculas, que se marca la chica aquí. Con una combinación de registros que me hace pensar que esta actriz puede hacer lo que le venga en gana en su carrera, si le dejan y le dan la oportunidad.Por último, en cuanto al guion... Creo que es un poco tramposo. Y el punto más flaco de todo el producto. Es efectivo, sin duda. Y consigue mantenerte en tensión desde el primer plano, con ese reflejo en el espejo, hasta el final. Pero tengo la sensación de que podría haber cogido un camino mucho más interesante y lo han abandonado, cometiendo un error, buscando otro tipo de cosas que, a mí particularmente, me encajaban peor en esta historia.En definitiva: Considero que estamos ante una peli notable. Con una mezcla de géneros muy interesante y con una narración visual que hacía tiempo que no me encontraba en una peli. Y que, a pesar de los problemas que pueda tener en su escritura, sabe manejar todos los elementos que tiene a su alcance para crear un producto en el que vernos inmersos durante toda su duración. Muy recomendable. Última Noche en el Soho
Cuando Gabriela, una ejecutiva de San Francisco, gana un hotel en Nueva Zelanda, dejará atrás la vida en la ciudad para restaurar la propiedad con ayuda de Jake Taylor, un apuesto contratista. Amor en obrasCritica*Falling inn Love (Amor de Posada)Para que nadie pierda el tiempo y antes de comenzar con este pastelito rosa, totalmente repleto de calorías y grasas saturadas, solo les advierto y después decidan, que no es ni más ni menos (siendo benevolente), que cualquiera de las películas de sobremesa de los fines de semana, en cualquier canal en abierto, ahora suelen ser preferentemente, de origen teutón.Dicho queda y sigo.Chica americana, joven y guapa, en paro y sin pareja (lo del ex novio de la niña, es para que pase a los Anales del Cine), es agraciada (manda eggs), con un hotel en Nueva Zelanda.¿Sigo?El hotel está medio en ruinas, pero ello se afana en restaurarlo. Eso sí, previamente ha conocido al soltero de oro del lugar Jake (Adam Demos), que por un nuevo azar del destino, es contratista.No sabemos si estamos en Nueva Zelanda o en Disney World; todo el pueblo es maravilloso, desde el galán hasta la supuesta mala de la película.No faltan la pareja enamorada de gays, que la reciben con los brazos abiertos, el dueño del Bricomart que está loco con ella, porque en vez de Norman lo ha llamado Norm, la dueña del Vivero que parece su madre o su hermana y hasta una cabrita que se lleva la mitad de la película dando calor.Para que todo no sea felicidad, al pobre galán se le murió la novia hace tres años y además encuentran unas cartas de amor dentro de un tabique e investigan si pudo ser de la anterior dueña de la casa.Gotas de humor (se rompe un grifo, se cae una puerta o el chillido que pega la nueva dueña del hotel cada vez que ve a la cabrita), y sinceramente mejor me callo, porque me estoy conteniendo y bastante enfadado ando con los amigos de Netflix, a los cuales suelo defender a ultranza, pero queridos, lo defendible, no lo totalmente indefendible, que no soy espartano.*La afortunada y el contratistaGabriela, la afortunada, (Christina Milian), excelente cantante de R&B (para esto tenemos un experto en Cinemagavia, pero bueno, con tu permiso Fran); una especie de música jazz, movidita y con ritmo).Como sin con un par de participaciones intrascendentes en el cine, llega Mediaset y pone a Rosa López a interpretar la segunda parte de Love Story (1970), pero además, pasada por el filtro de Esta casa es una ruina (1986) y Bajo el sol de la Toscana (2003).Zapatera a tus zapatos, por Dios, que te llevas toda la película chillando, poniendo caritas y luciendo tipito. Pésima en la presunta parte cómica y horrible en la presunta parte dramática, al menos podías haber cantado algo, querida.Jake, el galán contratista (Adam Demos), actor australiano de televisión, su primer papel protagonista en una cinta; Lo siento, pero más de lo mismo y además este no canta, júzguenlo ustedes, le deseo lo mejor.*El que pasaba por allíEl director (Roger Kumble), estadounidense; guionista (no aquí), director de cine y dramaturgo.Con dos obras curiosas en su haber, o al menos no desdeñables; Crueles Intenciones (1999) y La cosa más dulce (2002).Un drama adolescente, con una maquiavélica apuesta y una simpática comedia, que se apartaba un poco de los cánones tradicionales.Querido, ni Netflix ni San Netflix, que no me creo, que no supieses a donde iba destinado, el medio engendro que estabas realizando. Amor en obrasCon un guion digno de Ed Wood en su peor momento, unos actores pésimos (córcholis, hasta los secundarios, solo se salva la cabra), un montaje hecho por tu peor enemigo, y lo peor de todo, querido, que consigues justo el efecto contrario que buscas, casi hacer llorar cuando pretendes hacer reír y viceversa.Y por Dios Roger, ¿No había más estereotipos que añadir a tu flamante cinta?.*ConclusiónHoy lo siento, queridos navegantes. No voy a recomendar que vean Amor en obras o Falling Inn Love (su título en Inglés). Hagan lo que estimen conveniente.Amor en obras es un despropósito de principio a fin, la presunta comicidad es nula y hasta absurda y la presunta parte dramática, la he visto mejor en Torrente (1998).Tirón de orejas y gordo a los últimos estrenos Netflix, ya sean producidos o distribuidos, no sé que ha pasado, pero parece que el capricho de Scorsese de 3 horitas y 160 millones de dólares, ha dejado las cabezas de los altos ejecutivos de la plataforma tan vacías como sus arcas. Amor en obras
En una ciudad donde los escritores de la tarjeta de felicitación se celebran como estrellas de cine, el escritor de Romance Ray solía ser el rey. En la tentativa de recobrar los sentimientos que una vez le hicieron el mayor, se enreda en una red de asesinato y engaño ya que los escritores compiten para crear la tarjeta perfecta durante unas nuevas vacaciones: el Día de la Novia.
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