El delirante y gótico estilo de vida de la peculiar familia Addams se ve amenazado peligrosamente cuando el codicioso dúo que forman madre e hijo, con la ayuda de un abogado sin ningún escrúpulos, conspiran para hacerse con la fortuna familiar...... Los locos AddamsCritica:Ésta es otra de las películas con las que yo crecí siendo una niña. Lo más curioso de ella es descubrir que, si bien puede ser vista por niños perfectamente, hay muchísimas cosas ue no pueden ser entendidas por ellos. El ejemplo más claro es ese humor negrísimo del que hace gala la película desde el primer minuto hasta el último. Supongo que el secreto está en que, a pesar de esa mala baba incesante, todo se hace con mucho cuidado y siempre procurando que la familia protagonista sea vista como ridícula. Pero es precisamente esa colección de frases tronchantemente negras lo que hace que la película siga siendo una diversión de primera también para los adultos. Éso y por supuesto los actores. Los mayores, como Anjelica Huston y Raúl Juliá, simplemente se lo pasan bomba con los diálogos y situaciones que les sirve Barry Sonnenfeld (en su primera y probablemente mejor película). Pero sin duda la más destacada es Christina Ricci, que se hizo mítica con el personaje de Miércoles Addams debido al talento que entonces ya mostraba para los papeles de tía rara con contactos sobrenaturales, y que repitió no sólo en la secuela malísima de esta película, sino también en Casper, Sleepy Hollow o Cursed. Y como todo lo que parece perturbador y freak, La familia Addams acaba siendo una oda a la familia y el amor. Pero éso sí,de una forma un tanto peculiar.Lo mejor: La pareja que forman Huston y Juliá, deliciosamente maliciosos y aunque parezca increíble, románticos; Christina Ricci; y todo el humor de la película. Lo peor: El interés decae un poco según avanza la película
Cuatro amigos. Una habitación. Muchos secretos. Y una única vía de salida: la verdad. Una comedia que pone patas arriba los planes de dos parejas dispuestas a pasar una gran noche en un escape room. Si quieren salir de este juego tan imprevisible como alocado, tendrán que poner a prueba su amistad. Para ellos ha llegado la hora de la verdad.
Summer 1998 - the opening stages of Le Tour de France are relocated to Ireland. Belgian rider Dom Chabol (late 30s) has been one of the best “Domestiques” (support riders) on the Tour for the last 20 years. It’s a sacrificial role – setting pace, blocking wind, and providing support to enable the team’s sprinter to victory - winning is not an option. But Dom secretly harbours a desire to wear the yellow jersey - just once before his career is over. At the start of what will likely be his last Tour, Dom is unceremoniously dropped from the Team he has dedicated his life to. His best mate Sonny, the team masseur, fails to reassure him about his future. But a chance liaison with Lynn, a young Irish doctor, softens the blow, and Dom starts to accept - and even enjoy - the idea of civilian life. But as he gears up to go home and to face his estranged sister, a massive doping error knocks another teammate off the Tour and Dom is thrown back in the saddle...…The RacerCritica: sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia ... .....The Racer
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