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Charlie Carbone (Jerry O’Connell) y Louis Booker (Anthony Anderson) son dos buenos amigos incapaces de progresar en la vida. El primero es peluquero, mientras que el segundo trata de triunfar en el mundo de la música. Ninguno de los dos podrá seguir adelante con sus planes hasta que no cumplan un pequeño encargo para la mafia: deben entregar 50.000 dólares a un mafioso de Australia. Louis guarda el dinero en su cazadora roja, donde cree que estará seguro. Ya en Australia, su coche choca contra un canguro, y Charlie y Louis le hacen fotos con la cazadora roja. Entonces, el animal sale corriendo con ella…. y con el dinero.
El cuerpo de un hombre se encuentra amurallado en un edificio en el centro de Colmar. Clara Mérisi llega a la escena del crimen y se encuentra que el cadáver murió asesinado 70 años antes.
La serie sigue a Shaun Murphy, un joven cirujano con autismo y síndrome del sabio de una pequeña ciudad, donde tuvo una infancia problemática. Él se traslada para unirse al prestigioso departamento de cirugía en San José St. Bonaventure Hospital.
El oso Briar no está contento con su vida y decide unirse al circo. Éste está dirigido por Hugo el Gorila y allí hace nuevos amigos y consigue sentirse plenamente feliz. Bramble, el hermano de Briar y sus amigos están desesperados por encontrarle y, por fin, lo localizan actuando una noche. El problema está en que Briar no quiere ser encontrado ni abandonar su nueva vida.
Sambá es un drama deportivo sobre la redención a través de la metáfora de la vida y el boxeo.Critica:Por una parte, soy un tardío fan de la cinta original. En 1983 me pareció un pestiño (era un adolescente abducido por ‘La guerra de las galaxias’); en 1992, en mi opinión, el montaje del director mejoraba (y mucho) la propuesta; pero no fue hasta hace algunos pocos años, ya en formato blue-ray, en que me sedujo y cautivó por completo y sin reservas. Por otra parte, soy un entusiasta admirador del director Denis Villeneuve, de quien sólo he visto aciertos de todo género y planteamiento, un virguero de las imágenes y del montaje, un artista incontestable y evidente, lo mejor que me he encontrado en una sala de cine en lo que va de siglo. Es decir, que iba con ganas y sana curiosidad al cine, esperando encontrar un propuesta inédita y – sea cual fuera el camino elegido – llena de aciertos… pero nada más lejos de la realidad.Pero vayamos por partes, porque hay muchos aciertos pero también otros tantos deméritos dignos de mención. Entre lo positivo está la puesta en escena que recrea, prolonga y amplía la arrebatadora estética primigenia: esa llovizna casi constante, esa ausencia de horizonte, claridad y sol, ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. SambáUn metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia. Sambá
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