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Precuela de la película Sexy Beast del 2000, que sigue la historia de origen de los personajes de Gal Dove, Don Logan y Teddy Bass.
Inspirado en hechos reales de la primavera de 1944, cuando los nazis organizaron un partido de fútbol entre un equipo de reclusos del campo y un equipo nazi de élite en el cumpleaños de Adolf Hitler. Un partido que los prisioneros están decididos a ganar, pase lo que pase....La disputaCritica: ese opresivo presente de pesadilla que parece abocarnos al abismo, esa mezcolanza entre replicantes y humanos que vuelve confuso lo cotidiano y nos hace desconfiar tanto de lo que vemos como de lo que sentimos; una fotografía innovadora y sugerente, llena de claroscuros y contrastes, que nos engulle como un torbellino y nos escupe despojos hediondos a cada fotograma; una escenografía espeluznante que desdeña lo efímero y encumbra lo sintético y alambicado. Es decir, en cuanto al universo visual nos hallamos ante una propuesta insólita, apabullante y portentosa, llena de matices y aciertos.Sin embargo, las flaquezas y deficiencias acaban por erigirse en las grandes protagonistas de la función. Un metraje tan desmesurado como innecesario (sobra casi toda una hora), alargando las escenas hasta la inanición y la abulia; una historia tan poco carismática y tan porfiadamente vaporosa que hacedesfallecer el ánimo y obliga a esperar a que la próxima escena rescate del tedio al espectador y haga avanzar la trama hacia algún lugar digno de interés, cayendo siempre en subrayados innecesarios y en tópicos previsibles, ahogando toda ambigüedad y anulando cualquier estímulo. La calma y el reposo casan mal con una supuesta cinta de acción, por muy ensimismada y reflexiva que pretenda ser. Y las cavilaciones sobre la vida, la muerte, los milagros de la existencia y la magia de la procreación resultan tan patosas como primitivas, tan superficiales como chirriantes.Hay algunas escenas aisladas que descuellan y deslumbran, dignas de perdurar en la memoria cinéfila (como, entro otras, ese baile erótico que sobrepone a dos personajes en abigarrado aquelarre de lo imposible o ese ‘nacimiento’ brusco y sin remilgos de una replicante abocada a su exterminio), pero son momentos inconexos y solitarios, que impresionan por su esplendor y singularidad, pero desentonan por carecer de engarce y coherencia.... La disputa
La pareja de policías formada por Schmidt y Jenko vuelve a la carga después del éxito de la operación contra la red de narcotraficantes en el instituto. En esta ocasión, los agentes de la ley siguen perteneciendo a la unidad secreta Jump Street y tendrán que infiltrarse en una universidad para llevar a cabo una arriesgada investigación. Una nueva aventura que pondrá a prueba al dúo cada vez mejor compenetrado.22 Jump Street ComandoCritica:Después de la parodia filmada por Phil Lord y Christopher Miller sobre una conocida serie de televisión juvenil ("21 Jump Street" en los USA "Jóvenes policías" en nuestros lares) hace un par de años, parecía que el tema ya había quedado suficientemente explotado y amortizado. Seguramente la buena acogida de la original "la lego película" les ha dado luz verde a los realizadores para volver a repescar a los atolondrados los detectives Schmidt (Jonah Hill) y Jenko (Chaning Tatum) en una nueva secuela.De entrada hay que avisar que no se trata de una comedia "para todos los públicos", en el sentido que no es dificil que el espectador salga de la sala de cine echando pestes sobre la película y la cantidad de tonterias puestas una encima de la otra durante hora y media larga que dura (y eso si no se ha ido antes), mientras que otros salgan con una sonrisa de oreja a oreja convencidos de haber visto una película muy divertida. El secreto es tomarse todavía menos en serio esta película que la anterior, ya que Lord y Miller la plantean como la parodia de una parodia. ComandoTras un prólogo en el que parecen imitar muchas películas cómicas con policías de protagonistas (y en este caso hay un referencia a "Superdetective en Hollywood"), los detectives Schmidt y Jenko vuelve a ser asignados a buscar a un traficante de drogas, haciendose pasar en esta ocasión por universitarios. En ningún momento los realizadores esconden que esta segunda entrega va exactamente de lo mismo que la anterior. Cambia un poco el escenario, los personajes, algunas situaciones pero los propios protagonistas tienen claro que deben hacer lo mismo. Es decir, Lord y Miller construyen una secuela que es perfectamente consciente que es una secuela. Y la gracia de la película es precisamente esa. Al margen de las meteduras de pata, las contínuas referencias a la edad de los protagonistas que en seguida son detectados como "viejunos", y las escenas sacadas de otras películas de universitarios, todos los participantes en la trama son conscientes de estar haciendo una autoparodia de los típicos roles de películas del estilo. ComandoLos realizadores ahondan en la vis cómica de sus protagonistas, que asumen sus respectivos papeles sin complejos y de nuevo muestran una excelente compenetración lo que ayuda al conjunto del film. A su lado no hay mucho que destacar del reparto, salvo un histriónico Ice Cube y los poco conocidos Wyatt Russell, Amber Stevens, Jillian Bell, que cumplen sin destacar exceso. ComandoSi consigues entrar en la locura planteada por Lord Y Miller, no cabe duda que pasarás un rato divertido. Es la mejor forma de afrontar un film que a medida que avanza el metraje va cogiendo carrerilla hasta que llega lo mejor del film que se encuentra en sus títulos de crédito planteados a modo de teaser de posibles futuras secuelas que se prolongarían hasta el infinito (y más allá) en las situaciones más rocambolescas imaginables, que es donde los realizadorse se sueltan del todo y destapan todo el pastel del mundo de las secuelas, ya que a pocos se les escapará como tras cada "teaser" hay una parodia de una saga conocida,con lo que terminan cuadrando el círculo de la auto parodia que es esta película. Comando
Un grupo de jóvenes estadounidenses, debido a diferentes razones, cruzan el Atlántico para luchar contra los alemanes junto a sus aliados franceses. Sólo una década después del nacimiento del vuelo por propulsión, bajo el tutelaje del capitán Thenault y el experto aviador Cassidy, los jóvenes montan en sus frágiles avionetas para adentrarse en el infinito cielo y convertirse en los primeros pilotos de combate americanos de la historia.
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