Kang Nam Soon tiene una fuerza sobrehumana. Desapareció cuando era niña en Mongolia. Ahora, como adulta, viene a Gangnam, Seúl, Corea del Sur para encontrar a sus padres. Finalmente conoce a su madre Hwang Geum Joo. Su madre es una mujer rica y residente de Gangnam. Después de perder a su hija, Hwang Geum Joo trató de encontrar a su hija y también trató de vivir una vida recta, obsesionada con hacer buenas obras. Gil Joong Gan es la madre de Hwang Geum Joo y la abuela de Kang Nam Soon. La abuela y la madre también nacieron con una fuerza sobrehumana como Kang Nam Soon.De alguna manera, Kang Nam Soon, su madre Hwang Geum Joo y su abuela Gil Joong Gan se involucran en un caso de drogas que tiene lugar en Gangnam. El detective Kang Hee Sik comienza a trabajar con las 3 mujeres en el caso de las drogas. Kang Nam Soon también se siente atraído por el detective Kang Hee Sik.
Es Nochebuena. Una espesa niebla ha provocado el cierre del aeropuerto y amenaza con arruinar las vacaciones de los pasajeros que se han quedado en tierra. Aislados por la nieve de camino a casa de su padre, dos jóvenes, Spencer (Dyllan Christopher) y su hermana pequeña, Katherine (Dominique Saldaña), son llevados a la sala para menores del aeropuerto. Desesperado por huir, Spencer intenta escapar hacia la libertad junto con otros amigos. Con el gruñón director del Departamento de Relaciones con los Pasajeros, Oliver Porter (Lewis Black), su pelota ayudante Zach van Bourke (Wilmer Valderrama) y todos los guardias de seguridad del aeropuerto pisándoles los talones, este grupo de jóvenes aprenden a dejar a un lado sus diferencias y ayudarse entre ellos para escapar de las garras de las autoridades aeroportuarias.
Basada en la historia real de Aron Ralston, un intrépido montañero norteamericano tristemente famoso porque en mayo de 2003, durante una escalada, en Utah, sufrió una caída. Tras varios días inmovilizado e incapaz de encontrar una solución, tuvo que tomar una dramática decisión. 127 Hours 127 horasCritica:Seamos claros: éste film hará taquilla sobre todo por morbo. El morbo de ver un caso real extremo en pantalla, de ver cómo han llevado a la pantalla el suplicio que pasó un hombre hasta ese terrible momento en que… pero no, no nos adelantemos todavía. 127 horasDanny Boyle sigue empeñado en construirse una filmografía de lo más heterodoxa, abordando temas de lo más dispares: “Trainspotting”, “28 días después”, “La playa”, “Millones”, “Sunshine”, “Slumdog millonaire”... Ahora, basándose en hechos reales, relata la odisea de un hombre que pugna por sobrevivir a las adversidades de la naturaleza. La cosa es que Aron Ralston se quedó en 2003 atrapado en una grieta de las llanuras de Utah, atascado por una inamovible roca que le aprisionó el brazo. El relato de esos días en que padeció lo indecible con la esperanza de conseguir salir vivo de ahí, es lo que conforma el reto de Boyle; reto del que sale claramente victorioso. 127 horasLas comparaciones con la reciente “Buried” son inevitables, pero más allá del planteamiento inicial, un hombre atrapado en un espacio reducido, Boyle imprime su particular sello con una dirección alucinante, que en ningún momento decae aún sabiendo cómo acabó el caso real. Las imágenes son de una belleza arrebatadora y la minimalista trama se sigue con sumo interés gracias a la habilidad del director con el manejo del drama, el suspense y los recursos (montajes paralelos, pantallas partidas, flasbacks, pesadillas, alucinaciones…) que nos inmersionan en la mente, cada vez más deteriorada a medida que pasa el tiempo, de un inmenso James Franco. Éste ofrece una de las mejores interpretaciones del pasado 2010, intensa, creíble y absorbente. 127 horas
El niño que se embarcó en innumerables aventuras en el bosque de los Cien Acres con su banda de animales de peluche, ha crecido y… ha perdido el rumbo. Ahora les toca a sus amigos de la infancia aventurarse en nuestro mundo y ayudar a Christopher Robin a recordar al niño cariñoso y juguetón que aún tiene dentro. Christopher Robin: Un reencuentro inolvidable ChristopherCritica: Tuve una profesora una vez, en mi período de formación pasada cuando aún quería enseñar a niños de Educación Infantil, que siempre desechaba muchas de mis ideas e historias que proponía de cara a actividades. Me acusaba de ser demasiado complejo, de echarle demasiada historia y lógica a lo que proponía. Cuando los juegos de niños eran más simples -no por ello menos divertidos- justamente porque debía pensar como un niño y no como un adulto. Los niños no se complican tanto buscando respuestas tan lógicas y disfrutan más casando sus conocimientos terrenales con su desbordante imaginación. Y visionando esta película (como buen amante de Winnie The Poo que soy), no he parado de recordar sus palabras a la par que el Christopher Robin adulto y sombrío de Ewan McGregor regresaba a su infancia poco a poco conforme la trama avanzaba. Y es que esta es una película de choques de realidad. ChristopherRealidad 1: Seguramente haya quien diga que esta película es seca, lenta, con resoluciones de guión complacientes o que no explica cómo es posible que los personajes del bosque tengan vida propia y cabida en un mundo "creíble" y real. Lo cierto es que quitando lo de lenta (porque se me hizo muy, muy entretenida) razón no les quito tampoco. Ahora bien, es mi parte adulta y frustrada la que no les quita la razón. La parte que reconoce estar trabajando o dependiendo de "aquelarres" o monstruos del bosque que asustan, que nos exprimen las ilusiones, que utilizan la vil realidad para ahogar muchos de nuestros deseos, que nos obligan a implantar la lógica para todo aún frente a cosas para las cuales tal vez ni las necesitamos. En otras palabras, la parte mayor que se puede identificar con el Christopher Robin de la primera mitad de película. Christopher
Sintiendo como si siempre dijeran NO a sus hijos y compañeros de trabajo, Allison y Carlos deciden dar a sus tres hijos un YES DAY, en el que durante 24 horas los niños mandarán. No se imaginaban que se embarcarían en una aventura vertiginosa en torno a Los Ángeles, que unirá a su familia más que nunca.
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